Los planetas
retrógrados constituyen a menudo una incógnita para los astrólogos,
hasta el punto de que la mayoría de ellos, sencillamente, no los
interpretan o lo hacen apresuradamente. Se admite por lo general que el
planeta retrógrado tiene dificultades para influir “normalmente” sobre
los seres humanos, por lo que debe ser interpretado con cierta
prudencia, la que en muchos casos se convierte en una laguna
interpretativa.
Con respecto a la
retrogradación sólo se poseen estudios recientes. Sus efectos, aunque
podamos comprobarlos fácilmente en el análisis, no se conocen bien. Su
interpretación fue formulada a principios del siglo veinte por una
astróloga muy conocida, Alice D. Fowler, y por su contemporánea Irys
Vorel. De pronto comprendieron la relación de las retrogradaciones con
el fenómeno de la reencarnación, cuyas manifestaciones astrológicas
fueron las primeras en analizar, al menos en Occidente. Efectivamente,
hay que admitir una causa vital anterior para comprender cómo ha podido
trabarse la energía del planeta retrógrado y el porqué de que unos
planetas lleven la marca de la retrogradación y otros no.
Al parecer, las
energías de los planetas retrógrados tienen en la mayoría una evolución
contraria a lo que sería su manifestación normal. El sentido de su
marcha, de hecho, es semejante al de los nodos lunares y opuesto al del
Sol, por lo que no tenderán a las realizaciones exteriores, a la
manifestación activa del planeta, sino a la introversión de su acción, a
la interiorización. Los resultados visibles serán carencias y errores
en lo que sería el comportamiento normal de un planeta directo. Existirá
anormalidad, como si el funcionamiento del planeta estuviera falseado.
Esta energía no está hecha para ser utilizada en el mundo exterior,
tiene que ver con la mutación del ser. Sus tintes son de índole
plutoniana.
Un planeta
retrógrado, pues, es siempre un indicio de la necesidad de revisar la
energía interiorizadora del planeta. Señala que en una vida anterior
esta persona ha utilizado la influencia del planeta con fines personales
y que en el momento actual le está vedada toda posibilidad de volver a
caer en ese error.
Es como si un
alumno repitiese curso con objeto de perfeccionar una asignatura sin la
que no podría acceder al nivel superior. Esto le exigirá un esfuerzo
mayor que el que realizaría otro alumno con más talento o más aplicado.
No hay que sufrir
pasivamente los efectos de los planetas retrógrados, sino
reorientarlos. El tema natal señalará la manera en que el individuo
podrá llevar a cabo esta mutación. Las mayores posibilidades, las
soluciones a los bloqueos, estarán indicadas por los trígonos o sextiles
recibidos por el planeta retrógrado, y las casas en que dichos aspectos
caigan nos indicarán en qué sectores específicos de la vida se
experimentará esa mutación energética.
De acuerdo con la
naturaleza energética del planeta, con su significación en todos los
niveles evolutivos del ser y con la casa correspondiente, existirán
divergencias en cada caso. Es imposible detallar aquí todas las
vivencias que pueden presentarse. Pero si el astrólogo se orienta hacia
el porqué de las retrogradaciones y no se limita simplemente a
constatarlas, el sentido del tema le aportará los indicios necesarios.
Es cosa suya tener la fuerza creativa psicológica y el conocimiento
humano suficientes para deducir los diversos argumentos posibles.
Al analizar las
retrogradaciones, habrá que distinguir muy bien aquellos aspectos
armónicos recibidos por los planetas retrógrados que representen
tendencias no perjudiciales o deseos formulados durante pasadas
existencias que han encontrado una continuidad en la vida actual.
Ciertos astrólogos ven en estos aspectos una especie de amortización de
un comportamiento dañino para uno mismo y para los demás, un
comportamiento que no ha llegado a anclarse verdaderamente en la
personalidad y que puede corregirse con facilidad en la vida actual.
Podría decirse que el sujeto está examinándose y que tiene buenas
posibilidades de pasar al curso superior.
Por el contrario,
los planetas retrógrados afectados por cuadraturas, quincuncios y
sesquicuadraturas, señalan la repetición de varias vidas de idénticos
fallos en el comportamiento social, afectivo, intelectual, psíquico o
espiritual, los cuales están provocando un bloqueo bastante perjudicial
en la vida cotidiana de la persona. Por considerarse obstinadamente a sí
mismo como el centro del mundo, por no priorizar otros valores que los
suyos propios, por su desprecio de los demás y de las leyes humanas y
cósmicas, este individuo se ha puesto a sí mismo fuera de juego. En la
actualidad está pagando la justa deuda que han producido sus errores,
sufriendo el efecto de retorno de sus actos y pensamientos.
¿Podemos concluir
que esta persona está condenada? No hay ninguna evidencia. Algunos
astrólogos piensan que cuanto más fuerte es la coerción que se ejerza
sobre ella, mayor será la oportunidad de redención. Este fenómeno es
bien conocido por la astrología occidental. Una carta marcada por
trígonos, sextiles y con pocos aspectos disonantes, tiende a producir un
individuo afortunado, satisfecho de sí mismo y de los demás, y por ello
mismo relativamente inactivo en el plano de la evolución personal y
social. En cambio, una carta poblada de cuadraturas, especialmente si se
dan entre planetas lentos y rápidos, provoca bloqueos tan intensos que
la persona carece de la oportunidad de comprender las causas de sus
errores y de las dificultades que la asaltan repetidamente. Un tema
natal que posea un equilibrio entre cuadraturas altamente disonantes y
trígonos y sextiles niveladores, dará personalidades activas, valerosas,
que encuentran en sí mismas los recursos psicológicos necesarios para
enfrentar la adversidad.
Una de las
cuestiones más frecuentes que plantea la retrogradación consiste en
saber si una persona, en su existencia actual, podría llegar a
beneficiarse de la disminución o del cese de los efectos de los planetas
retrógrados.
Cabe pensar que la acción de un planeta retrógrado se ejerce durante todo el tiempo que éste marcha en dirección contraria al Sol. En tal caso, las efemérides mostrarán, mediante el juego de las progresiones (cada día posterior al nacimiento equivale a un año de vida), el año en el cual el planeta retomaría su acción directa, favoreciendo la exteriorización de su energía. De esta manera, ciertas personas nacidas al iniciarse una retrogradación de un planeta cualquiera, se verían marcadas de por vida por este fenómeno, mientras que otras sufrirían el impacto de la retrogradación durante veinte o treinta años antes de liberarse del imperativo engendrado por el planeta en cuestión. El conocimiento de la fecha en que cesará la retrogradación es importante, evidentemente, porque cabe suponer que en ese momento la persona habrá alcanzado el objetivo implícito en la misma. Pero nos equivocaríamos al considerar que el individuo, entonces, tendría libertad para utilizar la influencia del planeta como si nunca hubiera estado retrógrado.
Cabe pensar que la acción de un planeta retrógrado se ejerce durante todo el tiempo que éste marcha en dirección contraria al Sol. En tal caso, las efemérides mostrarán, mediante el juego de las progresiones (cada día posterior al nacimiento equivale a un año de vida), el año en el cual el planeta retomaría su acción directa, favoreciendo la exteriorización de su energía. De esta manera, ciertas personas nacidas al iniciarse una retrogradación de un planeta cualquiera, se verían marcadas de por vida por este fenómeno, mientras que otras sufrirían el impacto de la retrogradación durante veinte o treinta años antes de liberarse del imperativo engendrado por el planeta en cuestión. El conocimiento de la fecha en que cesará la retrogradación es importante, evidentemente, porque cabe suponer que en ese momento la persona habrá alcanzado el objetivo implícito en la misma. Pero nos equivocaríamos al considerar que el individuo, entonces, tendría libertad para utilizar la influencia del planeta como si nunca hubiera estado retrógrado.
Nos
equivocaríamos igualmente al pensar que una retrogradación duradera
equivale a un encarcelamiento de por vida de la energía del planeta. El
ser que ha nacido con la obligación de introvertir la energía de un
planeta, ha de efectuar un trabajo importante en el plano psíquico, y
ese trabajo dará sus frutos en cualquier caso. Un sujeto habituado a
vivir en un clima particular de introspección, de desapego, de sabiduría
más o menos forzada, no abandonará este comportamiento porque la
retrogradación desaparezca. Los planetas retrógrados cambian algo en el
ser de forma profunda, duradera y definitiva. El aprendizaje, forzoso a
veces, tendrá continuidad en una disciplina que se habrá tornado
voluntaria, y aún más si el individuo ha comprendido que la utilización
de la influencia del planeta como energía vital es fuente de alegría,
mientras que su perversión lo es de dificultades y desequilibrios.
Así, uno se
libera de la acción coercitiva de la retrogradación cuando comprende su
significado espiritual. Cuando la personalidad ha sido profundamente
marcada por la experiencia vivida, integrándola y aceptándola. Nuevos
patrones de comportamiento, nuevas orientaciones mentales, nuevos modos
de relacionarse han sido adquiridos, y el ser “liberado” apenas si
piensa en sacar partido de esta libertad. Unicamente quien experimenta
la retrogradación como una prisión desea abandonarla, y por ello mismo
tiene todas las posibilidades de permanecer en ella. Uno no se libera de
la retrogradación, sino que se transforma cuando los viejos hábitos han
sido abolidos.
Me podrían informar sobre planetas retrógados de 1976, por favor. Gracias, buen día, noche o madrugada.
ResponderEliminar;)
Hola Jose.
EliminarSi, puedo enviartelos, pero si me mandas un mensaje privado con tu correo electronico.
Un saludo
hola podrian informarme sobr los planetas retrogados de 1992 ?
ResponderEliminar